Ben David


 

Siento a veces que mis gestos

la voz, el pensamiento y aún este

cansancio,

son ya los de mi padre.

Que este cuerpo mío no lo perpetúa

sino que lo encarna;

que yo soy el hombre de más de

setenta años

que agobiado y lejos de donde vivo,

avanza al alba, insomne, lento, solo

y jadea su fatiga en un sillón en sombra

bajo el peso del dolor indeclinable,

de culpas que no han envejecido,

mientras siente con alivio que su hijo

en otros sitios, lejos de él,

ha ido más allá de su tormento,

doblegó los demonios,

no lo ha repetido.

 

 Santiago Kovadloff

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