Edad


 

Jorge Lanata: Bueno, no he venido preparado para hablar de los 40 ... Son 40 años, uno se quiebra así que bancátela, tomatelo con calma. Puedo hablar horas, días enteros, semanas, si fuera Caparrós incluso hablaría semanas sobre los 40.
Para por ejemplo, para no alejarnos de la política, bien puede recordarse que 40 eran los ladrones de Ali Baba, 40 ladrones en 40 cuevas. O que por ejemplo hay 40 formas de liberar el espacio en el disco rígido según el manual de soporte técnico de Windows. También 40 fueron los mártires de Sebaste en Turquía, asesinados por el emperador Liciano después de negarse a renegar del cristianismo.
Está también la famosa crisis de los 40, que es la que yo voy a empezar a sufrir. Están los 40 principales con Daisy y con Fabiana por la FM Hit. 40 son los días que forman la Cuaresma, y fueron 40 los días que Moisés se mantuvo en la montaña mientras imploró el perdón. 40 y diez se tituló la excusa de Sabina para esquivar con elegancia su canción sobre sus 50.
40 es en la quiniela el número que representa al cura. "Yo haré llover sobre la tierra durante 40 días y 40 noches", le dijo Dios a Noé cuando le anunció el diluvio universal. Y otra vez 40 fueron los días que Jesús permaneció en la tierra después de resucitar. Jesús usó esos 40 días de tránsito desde la muerte al cielo para instruir a los apóstoles sobre la creación de la Iglesia.
40 se llama el juego de naipes más popular de Ecuador. 40 casas es una ciudad que queda a 336 kilómetros de Chihuahua en México, y es una de las reservas arqueológicas más importantes.
Hay un tango que se llama "Las 40 de Grela", con letra de Francisco Gorrindo, del año 37, que dice. "Aprendí todo lo malo, aprendí todo lo bueno, se del beso que se compra, sé del beso que se da, del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga, y sé que con mucha plata uno vale mucho más". Bastante actual. 40 años de cautiverio o el cautiverio dilatado se llamó un libro que en 1825 publicó en Buenos Aires el hermano de Tupac Amaru.
Y eso que ni me puse hablar de los 40 en las mujeres, mira, hay un poema del siglo XVIII que hablando de los 40 en las mujeres dice: "de 25 a 30 no alboroza, más puede comer con sal, pimienta. Pero de 35 hasta 40 anda en vísperas ya de una carroza".
40 años anduvieron los hijos de Israel en el desierto, y 40 años comieron el maná hasta que llegaron a una tierra habitada. El maná era una especie de grano redondo y blanco que llovía del cielo todos los días menos los sábados. 40 años. Todo este rollo para terminar diciendo: cumplo hoy 40 años.
Odio los cumpleaños. No recuerdo haber festejado ninguno. Cuando era chico con mamá así no estábamos para hacer ninguna fiesta, y cuando era grande ya era tarde para volver a ser chico.
Un psicólogo de café diría que es miedo a la muerte o a la vejez. No sé. Uno siempre siente que el tiempo es un montón de arena escurriéndose en las manos y siente también que tiene mucho por hacer y que no le alcanza el tiempo. Me siento muy raro diciendo: "tengo 40 años". En realidad no tengo 40 años. Tengo 7 años a veces, a veces tengo 95, a veces tengo 10, otras tengo 20 y pico. O sea, tengo 40 años por afuera y por adentro soy un quilombo de almanaque.
Yo realmente no me siento con derecho para aconsejar a nadie porque bastante me cuesta aconsejarme a mi, pero yo quisiera contarles esta noche, a los que todavía no tienen 40 y están mirando, algunas cosas que yo fui aprendiendo en estos años, básicamente para que eviten tropezar con la misma piedra. Aunque sé que es al pedo porque hasta que no lo vivís por más que te lo cuenten ... Pero bueno, tratemos otra vez. Me llevó de los 20 a los 40 darme cuenta que no sabía nada y que lo poco que sabía lo había aprendido mal. Yo por ejemplo creía que la radio era aquello de "Adelante ustedes en estudios centrales" o preguntas idiotas como "¿Quiere agregar algo más?", al final de un reportaje. Y Hora 25 me enseñó que la radio era otra cosa, u otras cosas, o cientos de otras cosas, las que yo me podía imaginar y las que no. Creo que aprendí también, mal y tarde, que las ideas son importantes pero mucho más importante es poder concretarlas, poder llevarlas a cabo. Conocí y conozco gente que vive embarazada de ideas brillantes pero que nunca da a luz. Tardé también 40 años, mirá el tiempo que me llevan las cosas, en advertir que no hay peor enemigo que nuestro propio miedo.
Creo que también aprendí que nadie tiene derecho a pedirnos que vivamos su vida, porque al final la muerte es nuestra. Y vi muchas veces en esos 40 años la cantidad de gente de otra generación a la nuestra que con amor y con candidez por nuestro bien nos marcaba el camino del infierno. Aprendí entonces que nadie sabe cuál es nuestro bien, o que por lo menos los únicos que quizás sabemos cuál es nuestro bien somos nosotros. Aprendí también la importancia de estar enamorado, de vivir en alguien, de estar en comunión con esa persona. Y aprendí, aunque todavía me cuesta, a querer a alguien por lo que es, no por lo que puede ser. No porque si cambia yo lo querría más o la querría más.
Tardé 40 años en aprender a respetar algunas palabras, aprendí que artista por ejemplo es una palabra que queda grande a mucha gente. Que urgente es una palabra que hay que usar poco, que hay que usar cuando es necesario, urgente. Que "siempre" más que una palabra es un deseo. Y que "compromiso" es una especie de declaración snob. Cortazar lo decía: "comprometidos, comprometidos, lo mejor que podrían hacer es casarse".
Aprendí que nadie nunca se recibe de nada. Y que el que lo piensa quizás se haya recibido pero de idiota. Aprendí a preguntar cuando no sé, cuando no entendí, cuando es confuso, cuando lo pronunciaron mal, cuando sea que haga falta, porque preguntar es una obligación, no es un delito. Preguntar demuestra que queremos saber, ¿y quién está libre de querer saber? ¿quién no quiere saber? Porque solo quien sabe todo podría dedicarse a responder, podría no preguntar. Y ¿sabés qué? Pobre tipo quien sabe todo, porque debe ser tan aburrido saber todo. Debe ser un embole. Aprendí también otra obviedad que nada es tan importante o vital, o urgente, o indispensable, y en el fondo la mayor parte de las veces esto es nada más que televisión o diarios, o revistas con las que la gente se limpia el culo al otro día, y está bien que sea así. Aunque a veces dejamos la vida acá como si fuera urgente, vital, importante, indispensable. Aprendí, aunque todavía tampoco del todo, a no contestar. El año pasado, capaz te acordás, una revista me puso en la tapa y recién una semana después me di cuenta que no había leído la nota, no la había leído. Y yo pensaba en eso como una situación ideal, yo decía: "me encantaría alguna vez no leer alguna cosa que escriban de mi, que no me importe, que no me afecte". Y me encontré con que lo había hecho sin darme cuenta. Entonces desde ese momento, lo sabés, decidí que todo lo que se dice de mi es cierto. Y chau.
Aprendí tarde que vivimos poco y que tardamos mucho en aprender algunas cosas que hubiera sido buenísimo saber hace 20 años atrás y que nos hubiera cambiado al vida de saberlas.
No pudo en estos 40 años responder ninguna pregunta verdaderamente importante. Sigo sin saber qué es el tiempo, sigo buscando a Dios como una linterna casi sin pilas, y mantengo una buena capacidad de asombro, un buen estado de capacidad de asombro. O sea, no tuve grandes avances en la parte teórica. Eso sí, en la parte práctica, muy bien. La vida me sigue asombrando, me sigue pareciendo secreta y diversa. Aunque cada vez menos todavía peleo a los 40 con mi inseguridad, con mis ganas de justificarme, con mi facilidad para decir que sí, y también con la diaria pelea que uno tiene contra sus defectos. Ver que podría hacer las cosas mejor y que no me salen, que no alcanza, que no llego, que siempre me falta alguna cosa, que nunca lo que te imaginás es lo que hacés. Que hay un lugar pero que está lejos y que se va corriendo todo el tiempo hacia adelante y que nunca vas a llegar.
Tampoco puedo controlar, y ya a esta altura es una especie de enfermedad, esta necesidad que tengo de hablarte a vos del otro lado y de exponerme como me expongo, ya es así, ahora ya no elijo más eso. Ni eso ni la sensación que vos y yo tenemos ahora de que estamos solos cuando estamos hablando. Antes de los 40 aprendí que a nuestros viejos nunca los vamos a entender. Entonces, lo que hay que hacer es quererlos y chau. Y aprendí y aprendo sobre los hijos. Si yo ahora dijera que para una mujer es vital o esencial ser madre, me acusan de machista. O sea que lo voy a decir al revés, para un tipo es esencial y vital ser padre. Me parece muy difícil que un tipo sea completamente tipo si no es padre, es algo que tenemos que ser, que tenemos que ser, qué sé yo. En ninguna otra relación hay tanta emoción en estado puro, tanto Shakespeare, tanto desinterés, tanto egoísmo, tanta piel. Es la noche del 12 de setiembre del 2000, yo estoy acá en la televisión cumpliendo 40 años, pero no sé si quiero cumplir 40 años.
 

 

Jorge Lanata
Artículo extraído de Data54.com, enviado por Mirta Nuñez


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