Acerca de lo femenino y lo masculino

Hombre, mujer, grupo, identidad


Resumen:

Investigación sobre las posibles diferencia al trabajar con grupos mixtos o grupos de un sólo sexo.

Abstract:

Research about the possibles differences between working with males and females in a group or doing it with an homogenean group.

Resumé:

Investigation qui essaie de montrer les differences quón trouve en travaillant avec de groupes d´hommes et femmes ou avec de groupes dún seule sexe.

 

Durante 1993 decidimos sistematizar las charlas que solíamos tener respecto de las investigaciones que cada uno venía realizando sobre la temática del varón y la mujer. Surgió el proyecto de realizar una experiencia conjunta. Se llamó: Acerca de lo Femenino y lo Masculino.

Propusimos un taller para indagar las problemáticas de varones y mujeres en nuestro tiempo. ¿Qué modelos, qué mitos y qué creencias condicionan hoy el lugar de la mujer y del varón? ¿Qué efectos tienen en la vida cotidiana? ¿En el modo de vincularnos? ¿En las expectativas recíprocas? ¿En la pareja? ¿En la familia? ¿En el trabajo? ¿Qué posibilidades se construyen? ¿Qué restricciones se generan? Estaba destinado a mujeres y varones que estuvieran interesados en reflexionar acerca de la condición masculina y femenina desde la perspectiva de género; ésta conceptua la femineidad y la masculinidad como construcciones históricas y sociales, que modelan las conductas que se consideran aceptables para varones y mujeres, constituyendo mandatos, creencias y prejuicios.

Algunos de los objetivos que nos planteamos fueron:

- Abrir un espacio para que tanto mujeres como varones pudieran pensarse en la especificidad de sus vivencias de género; que fuera posible dar a conocer la palabra propia y hacer lugar a la palabra del otro.

- Visualizar las diferencias intergénero, al mismo tiempo que reconocer las intragénero; a veces éstas quedan secundarizadas en el "fragor" de la discusión. Lo semejante y lo diferente se articulan complejamente dentro del mismo género.

- Acceder a aquello que Celia Amorós describe como "convertir" lo anecdótico en categoría conceptual". ¿Qué implica esto? Que si bien la experiencia y la vivencia son puntos de partida ineludibles en nuestro trabajo, no nos detenemos en ellas, sino que pretendemos transitar hacia la reflexión y la conceptualización.

-Comprender cómo en cada acto privado existe una dimensión política que suele invisibilizarse.

El dispositivo contemplaba un primer momento en el cual trabajamos mujeres y hombres separados y uno segundo en que lo hicimos de modo conjunto. Es decir que propusimos una secuencia de trabajo intra género seguida de otra ínter género donde compartir y debatir tramos de lo ya elaborado. Al planearlo nos interrogamos por la proporción de varones y mujeres que responderían a esta convocatoria. Sobre un total de 65 personas, el 82% eran mujeres y el 18% varones. ¿Habrá una relación directa con su disponibilidad para indagar, cuestionar, intercambiar y/o modificar estas cuestiones? Si bien realizamos esta actividad en la Primera Escuela de Psicología Social E. Pichon Rivière, donde la población femenina es mayoritaria, situaciones análogas se han dado en otras jornadas, talleres y congresos. ¿Cómo entender este fenómeno?

Podríamos pensar en la socialización de género diferenciada, propia de nuestra cultura, y sus efectos sobre la subjetividad femenina y masculina. En el modelo tradicional, sobre el varón recae la responsabilidad de ser el "proveedor económico", mientras que sobre la mujer  pesa el mandato de "ser madre". Así el varón detenta el poder en el ámbito público, (con sus exigencias de racionalidad, eficacia, éxito, producción) mientras que el de la mujer queda circunscripto al ámbito privado (con sus requerimientos de afectividad, intimidad, disponibilidad, reproducción). Esto forma parte de la construcción de la subjetividad para unos y otras.

Desde mi perspectiva de varón entiendo que, para las mujeres, el acceso al ámbito público es parte de una conquista valorada positivamente. Se enmarca en el ideal de igualdad y de justicia entre todos los seres humanos. Para los varones, acceder al ámbito privado no aparece connotado positivamente. Muchas veces es vivido como "retroceso frente al avance de la mujer". Requiere conectarse con aspectos tan postergados que aparecen como desconocidos. Se enfrentan así con dificultades, contradicciones y angustias que adquieren un perfil particular en cada varón.

La venta de una imagen exitosa y potente, la urgencia que captura todos los proyectos, son moneda corriente en la vida cotidiana de los varones; esto inhibe el contacto consigo mismo y el encuentro con el otro. La riqueza e importancia de pensarse a sí mismo, la posibilidad de una relación de intimidad con los otros y el placer en el encuentro con la propia afectividad sólo es descubierta después de haber iniciado el camino. Antes, el sentido de una reflexión de esta naturaleza no surge con claridad; sólo aparecen vivencias de crisis y/o sentimientos de curiosidad.

En los grupos espontáneos, la competencia, ya sea a través de la ironía o de la broma, suele constituirse en uno de los obstáculos para el encuentro, la confianza y la franqueza entre varones. Tener esto en cuenta en la coordinación de grupos de varones es fundamental, ya que de lo contrario se hace difícil abrir una zona de sensibilidad en cada uno, que lleve a una experiencia de intimidad y sinceramiento gratificante y fecundo. La apertura de esta zona de intimidad, la sensación de sentirse sostenido y la confianza, en el otro ofrece la posibilidad de un vínculo dialógico poco frecuente en la vida cotidiana, donde escuchar y ser escuchado no es sinónimo de riesgo. Por este camino, los varones suelen transitar por temas como la relación con los varones significativos de su vida (padre, abuelos, hijos, tíos, sobrinos, maestros); el trabajo; la amistad; la familia; el dinero; la salud; el cuerpo; la fuerza; la valentía; la mujer, etc.

Desde mi perspectiva de mujer, considero que las mujeres que se acercan a estos talleres suelen estar en crisis con algunos aspectos de su condición femenina. Podrán tener distintos grados de registro de la misma y aún estar en diferentes momentos de su elaboración; algunas habrán ya realizado tareas de reflexión, talleres o seminarios, otras tendrán sus primeros acercamientos al tema y a la experiencia grupal. Todas comparten un sentimiento de malestar e interrogantes.

A medida que el trabajo transcurre van emergiendo la vivencia de salida del aislamiento, la experiencia de compartir y el descubrimiento de que los conflictos que con frecuencia son vividos en silencio como exclusivos, vergonzantes, patológicos son situaciones que también experimentan muchas otras mujeres. Se hace posible compartir, comprender, buscar alternativas. La mujer ya no se siente sola. Emerge un sentimiento de hermandad. Intimidad... Reciprocidad... Confianza...

Este momento subraya lo semejante, lo homogéneo, lo compatible y el enorme placer que acompaña este descubrimiento. Sin embargo será necesario seguir trabajando para abordar otra etapa: aquella relacionada con el encuentro con las diferencias entre mujeres, tarea que nunca transita sin dolor y que debemos aprender a reconocer y gestionar. Es mucho lo que tenemos en común; también es mucho lo que tenemos de diferente y podemos aprender unas de otras.

Suele surgir en el trabajo con mujeres el deseo de tratar los temas en cuestión también con varones. Sugieren, proponen grupos mixtos. Interesante propuesta, en principio, ya que la vida cotidiana transita permanentemente en el seno del vínculo mujer-varón. Pienso que los varones que acuden a estos talleres también están en crisis con algún aspecto de los mandatos entorno a la masculinidad, y/o en el vínculo con la mujer.

 ¿Qué sucede en los grupos mixtos? Este dispositivo presenta beneficios y algunas dificultades. Encuentro que algunos de los beneficios de este modo de trabajo consisten en que se hace posible la escucha del punto de vista del otro, una mayor comprensión de la lógica de su discurso y la confrontación de ideas en un contexto de reflexión. Es importante que la coordinación este atenta al fácil deslizamiento hacia la "guerra de sexos", que suele hacer mucho ruido en la escucha y es una pura pérdida tanto para varones como para mujeres. Cuando es posible atravesar esta instancia nos encontramos con la producción de momentos fecundos de contacto y de sorpresa ante las problemáticas que surgen en el otro género. Esto permite revisar mitos, prejuicios y estar más poroso/a  a las propias contradicciones. Esta modalidad también trae aparejados ciertos obstáculos. Se  modifica el clima de intimidad y de confianza que se construye en los grupos por género. Es más difícil hablar "desde las tripas", ya que la mirada del otro género condiciona. Susceptibilidades y cautela están a flor de piel. Creo que esto se desarrolla así, porque se reproducen en el interior del grupo las mismas relaciones de poder que son moneda corriente en la vida cotidiana, y los conflictos que emergen de las mismas. Sin embargo esta dificultad, al desenvolverse en el presente, permite que devenga instrumento de trabajo y de esclarecimiento. He notado, sobre todo en mujeres que recién comienzan a cuestionarse, una tendencia a darle la palabra al varón, a estar atenta para que se lo deje hablar, y cierta dificultad en sostener convicciones; como si se filtrara nuevamente el miedo al protagonismo y la "ética de cuidado" de la que habla Carol Gilligan.

Podríamos decir que ambas modalidades tienen fortalezas y debilidades. Trabajar por género permite una reflexión más en profundidad, más minuciosa de la problemática femenina o masculina. Conlleva, asimismo, el riesgo del encierro en lo homogéneo; se hace necesario, además, trabajar cómo se juega la diferencia en la semejanza. Trabajar en grupos mixtos permite una apertura a los puntos de vista del otro género. Conlleva, sin embargo, el riesgo de la reproducción de las mismas relaciones de poder que pretendemos cuestionar. Las diferencias ínter género se instalan rápidamente; se hace necesario trabajar como se da la semejanza en la diferencia. Mi convicción -en relación a que modalidad de trabajo es más productiva para tratar cuestiones de género- es que ambos modos son necesarios para una transformación de los vínculos en la sociedad. Considero que la reflexión por género, entre mujeres y entre varones, es un momento imprescindible. El poder compartir entre pares tiene una fuerza ligada a la experiencia y mucho potencial en relación a la posibilidad de conceptuar. Es un trabajo sin duda necesario, y probablemente no suficiente, si en modificar el vínculo estamos pensando. Planteo el trabajo en grupos mixtos además de los grupos por género, nunca en lugar de...

Algunas conclusiones

Sabemos que los dispositivos que uno elige no son inocuos, generan efectos. En esta experiencia quisimos resaltar la diferencia en las producciones cuando trabajamos con grupos homogéneos y con grupos mixtos. Pensamos que los dispositivos donde se complementen ambas modalidades son especialmente útiles. La coordinación de grupos mixtos es desde nuestro punto de vista más compleja. Los residuos de los propios prejuicios y estereotipos pueden deslizarse sobre el campo de trabajo o sobre la pareja de coordinadores. Un trabajo personal de los coordinadores se hace imprescindible, ya que ni varones ni mujeres estamos al margen de los atravesamientos de género, y eso sesgará -no tenemos duda- nuestra mirada y nuestra escucha. ¿Cómo hacer para que este sesgo no se convierta en un acto de discriminación ya sea franca o encubierta?

Esto nos lleva a la siguiente convicción: aquellos que trabajamos con otros seres humanos, en la temática de la salud física, psicológica y social (médicos, sociólogos, psicólogos y asistentes sociales) tenemos la responsabilidad de construir una mirada y de desarrollar una escucha de género. Incluir, indagar, investigar la problemática de género desde el rol profesional que cada uno ocupa, es algo generalmente omitido. Llama la atención también la trivialización que se hace del tema al convertirlo en algo del orden de lo natural, que siempre ha sido así y por lo tanto no puede modificarse. El silenciamiento y la trivialización han sido siempre, y lo son aún, estrategias de control social.

Desarrollar un pensamiento crítico en relación a los mandatos, mitos y creencias de género, problematizar las teorías implícitas que los sustentan, es una tarea que -tanto a unas como a otros- nos enfrente con nuestras propias contradicciones, y el dolor de cuestionar aquellos saberes instituidos que han otorgado una garantía ilusoria de saber y de poder; al mismo tiempo nos abre la posibilidad de una mayor dignidad y libertad como seres humanos.

 

Lic. Guillermo A. Vilaseca

 

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